Dedicado a Jose A. Pérez Ledo del nauseabundo diario.es.
Verá usted. La entrevista publicada a modo de coña a Francisco Franco resulta bastante ofensiva. A los muertos hay que respetarlos. ¿No? Vale. Entonces, aquí tiene usted una entrevista exclusiva a Carrillo y la Pasionaria, donde abordan las cuestiones más candentes de la vida política nacional actual.
- Buenos días señor Carrillo, ¿está usted en el infierno?
Pues mire usted, no me está permitido decirlo, aunque me gustaría.
- ¿Cómo ve usted el asunto de la exhumación de Franco?
Pues mire usted, ahora comprenderán porque yo en 1974 pedía en los mítines en el exilio que el Ejército se levantara contra el franquismo, pero claro, me ofrecieron entrar como caballo de Troya en la Monarquía Parlamentaria, y yo como buen comunista, les engañé bien.
- ¿Pero realmente lo ve urgente y necesario?
Ya le anticipo que lo de los huesos de Franco es sólo una cortina de humo, pero como durante cuarenta años hicimos un buen trabajo para atontar a los españoles y reprogramarlos, pues casi nadie se está dando cuenta de los verdaderos motivos detrás de todo eso.
- ¿Qué motivos, Sr. Carrillo?
Mire usted, es de cajón. Un gobierno que no ha votado nadie, que está apoyado por quién quiere convertir España en lo que a mi personalmente me hubiera gustado en 1976, es decir, una república de izquierdas, debe hacer algo para parecer que gobierna. Y que mejor que Franco. Así se ha hecho desde que empezó la Transición, sobre todo en verano que es cuando menos noticias hay.
- ¿Señor Carrillo, es cierto lo de Paracuellos, ahora podrá decir la verdad ahí donde está?
Mire usted, por supuesto, yo estaba detrás de todo, pero no iba a presentarme a unas elecciones diciendo que maté a cientos y cientos de personas. Tenía que aparentar ser de otra forma. Pero a estos fascistas no se les puede tratar de otra forma.
- ¿Podemos hablar con la Pasionaria?
Ella está en otra celda (estooo en otro lugar), si quiere la puedo llamar, pero no se lo recomiendo.
- Gracias señor Carrillo. Veo que ya no fuma.
No. Aquí me lo prohíben todo. No se porqué.
Verá usted. La entrevista publicada a modo de coña a Francisco Franco resulta bastante ofensiva. A los muertos hay que respetarlos. ¿No? Vale. Entonces, aquí tiene usted una entrevista exclusiva a Carrillo y la Pasionaria, donde abordan las cuestiones más candentes de la vida política nacional actual.
- Buenos días señor Carrillo, ¿está usted en el infierno?
Pues mire usted, no me está permitido decirlo, aunque me gustaría.
- ¿Cómo ve usted el asunto de la exhumación de Franco?
Pues mire usted, ahora comprenderán porque yo en 1974 pedía en los mítines en el exilio que el Ejército se levantara contra el franquismo, pero claro, me ofrecieron entrar como caballo de Troya en la Monarquía Parlamentaria, y yo como buen comunista, les engañé bien.
- ¿Pero realmente lo ve urgente y necesario?
Ya le anticipo que lo de los huesos de Franco es sólo una cortina de humo, pero como durante cuarenta años hicimos un buen trabajo para atontar a los españoles y reprogramarlos, pues casi nadie se está dando cuenta de los verdaderos motivos detrás de todo eso.
- ¿Qué motivos, Sr. Carrillo?
Mire usted, es de cajón. Un gobierno que no ha votado nadie, que está apoyado por quién quiere convertir España en lo que a mi personalmente me hubiera gustado en 1976, es decir, una república de izquierdas, debe hacer algo para parecer que gobierna. Y que mejor que Franco. Así se ha hecho desde que empezó la Transición, sobre todo en verano que es cuando menos noticias hay.
- ¿Señor Carrillo, es cierto lo de Paracuellos, ahora podrá decir la verdad ahí donde está?
Mire usted, por supuesto, yo estaba detrás de todo, pero no iba a presentarme a unas elecciones diciendo que maté a cientos y cientos de personas. Tenía que aparentar ser de otra forma. Pero a estos fascistas no se les puede tratar de otra forma.
- ¿Podemos hablar con la Pasionaria?
Ella está en otra celda (estooo en otro lugar), si quiere la puedo llamar, pero no se lo recomiendo.
- Gracias señor Carrillo. Veo que ya no fuma.
No. Aquí me lo prohíben todo. No se porqué.