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14 de noviembre de 2020

UNA PARROQUIA DEBE SER SOSTENIDA POR LA COMUNIDAD

 UNA PARROQUIA DEBE SER SOSTENIDA POR LA COMUNIDAD

Por Francisco Javier Madueño


Puede haber alguien que no lo sepa o no se haya parado a pensarlo, pero una Parroquia es un lugar físico donde se reúnen los cristianos de una determinada zona habitualmente, dentro de una Diócesis. La Parroquia es como un trocito de cielo, porque es donde celebramos los Sacramentos, donde recibimos de Dios de forma especial su perdón, su alimento en la Mesa de la Palabra y en la Eucaristía, pero es que la Parroquia es mucho más que eso, porque es como nuestro propio hogar, y por tanto funciona de manera similar, es decir, debe hacer frente a eso que llamamos:  "gastos". Si, porque una Parroquia debe pagar un montón de cosas, igual que cualquier hogar, y lo mismo que en nuestra casa, no viene por arte de magia, que por otro lado no existe, en una Parroquia pasa igual. 

Por eso, como miembros de la Iglesia local, debemos ser los que sostengamos esa casa común que es la Parroquia. Pero es que esto, no es nuevo. Ya los primeros cristianos tuvieron claro desde el principio, el modo de proceder con respecto a esto. Ciertamente entonces los gastos eran otros, al no existir ciertas cosas aún, pero el modo de actuar de aquellas primeras comunidades era el de colaboración mutua. Si a mi, la Iglesia me da tanto, ¿cómo no voy yo a dar a la Iglesia en sus necesidades?

Podemos meditar en muchos pasajes del Nuevo Testamento. Yo recomiendo la lectura del capítulo 8 y 9  de la 2ª Carta de San Pablo a los Corintios. Eso nos dará pistas de por donde debemos caminar individualmente y agradando a Dios. 

La Palabra de Dios nos habla en ese capítulo de cosas como la generosidad, el servicio, la caridad, y todo a imitación de nuestro Señor que nos dió su ejemplo. En ese capítulo podemos vislumbrar que primero los cristianos eran exhortados a actuar, y en concreto los Corintios llegaron a un punto en el que ya no necesitaban que se les dijera nada, sino que lo hacían por iniciativa propia.

San Pablo nos da además unas claves muy interesantes para poder compartir y ayudar a la comunidad, por ejemplo, económicamente, aunque eso incluye todo lo demás. Se trata de hacerlo sin sentirse obligado a ello, no a la fuerza, y siempre de acuerdo a  nuestras posibilidades, porque Dios no nos pide ni más ni menos que eso. Dar lo que no se tiene no es posible, y dar para que pasemos apuros nosotros, tampoco es solución, por eso, el secreto no está en la cantidad, sino en la voluntad de dar, y de hacerlo con alegría, según dicte nuestra conciencia, nunca forzado ni de mala gana, ni por supuesto por temor.

 En la Iglesia no se trata de que unos tengan más y otros menos, sino de tender a la igualdad. Y se trata además, de que si a mi me va bien, de esa abundancia pueda yo beneficiar a la comunidad, y si a mi me va mal, que esa misma comunidad pueda ayudarme. Sólo si hay un compromiso de todos o de una gran parte, se puede realizar esto.

¿Y saben que? El Señor hace una promesa aquí: Todo el que actúe así estará sembrando y esa siembra dará frutos, gracias de Dios en tu vida, por ejemplo, una de ellas, es que nunca serás abandonado sino que tendrás siempre todo lo necesario, e incluso, como dice la Palabra, incluso sobrante. Recordemos aquí la parábola de los panes y los peces.


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