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1 de julio de 2008

Testimonio de Rita Irasema




“Vivo entregada a Jesucristo”
TUVO una infancia trotamundos de la que guarda un bonito recuerdo gracias al amor y a la libertad con que ella y sus hermanos fueron educados por sus padres. A pesar de todo, durante años Rita vivió agobiada por la duda del quién soy, de dónde vengo, adónde voy... Hasta que Dios, cuenta, le pegó un bofetón y le dijo: “¡Toma, a ver si así te enteras!”. Y se enteró, se enteró. En Medjugorje -su paso por el pueblecito bosnio da para otra entrevista- ya no hubo marcha atrás. Retirada hace años de la primera línea del espectáculo, hoy vive volcada con su escuela de música, que se llama Nuestra Señora de la Fuente del Fresno en honor a María, pues fue la Madr


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e -dice Rita- la que le llevó hasta el Hijo. Las coordenadas de la entrevistada nos las da Sonsoles Calavera.
-¿Qué pasó para que su vida cambiara como cambió?
-Que después de un sufrimiento espiritual de años grité que ya no podía más.
-¿Había dejado de creer?
-El problema no era ése, era que no sentía a Dios. Y eso, ya digo, me hacía mucho daño.
-¿Y ahora?
-Ahora sé que o estás con Él... o estás muy mal.
-Fuera de Dios, ¿qué hay?
-El gran peso, la enorme desazón de querer tenerlo todo salvo lo único que importa: Él.
-Así que Dios...
-Es la solución. Por eso vivo entregada a Jesucristo.
-¿Cómo se hace eso?
-Poniéndote en sus manos, dejando que sea Él quien se ocupe de todo, limitándote a seguir sus planes...
-Lo dice como si fuera fácil.
-Lo es. Mire, cuando uno decide llevar un camino de santidad, Dios pone a su alcance todo lo que necesite: los textos, las personas...
-¿Los textos? ¿Las personas?
-Sí, un día apareció en mi mesilla un libro de Alfonso María de Ligorio que había pertenecido a mi suegra; otro, hablé con un sacerdote... ¡y me comprendió! Y así, poquito a poco hasta que firmé un contrato con el Señor.
-Y empezó a ir a misa todos los días.
-Y a sufrir si no comulgaba.
-Y a rezar el rosario.
-Y el vía crucis.
-Y en su casa pensaron que se había vuelto loca.
-¡Qué va! Mi marido también cambió. Hoy me da gracias por haberle ayudado a comprender el valor de la misa, del rosario, de la oración.
-¿Y sus hijos? ¿Qué pensaron sus hijos?
-Aunque me entienden, dicen -y no les falta razón- que tienen que encontrar su camino, esperar su momento. Rezo mucho por ellos y por la salvación de todos los miembros de mi familia.
-¿Por qué más reza?
-Por nuestro Gobierno y por nuestro presidente.
-¿Para qué?
-Para que abandonen la cultura de la muerte, que una cosa es morir por accidente o por enfermedad y otra porque lo diga una ley.
-¿Cómo se reza por la conversión de un alma?
-En el diario de santa Faustina Kowalska hay una oración que, si se dice con fe y corazón contrito por un alma, Dios nos promete su conversión.
-Eso es de una misericordia tremenda.
-Imagínese, tengo una lista de personas...
-¿Lee el diario de Kowalska?
-Es, con la Biblia, mi manual de instrucciones.
-¿Qué más lee?
-El último libro ha sido Rome sweet home, de Scott y Kimberly Hahn, un matrimonio de protestantes conversos al catolicismo.
-¿No le da la impresión de que, en ocasiones, los conversos...?
-Tienen más presente el don de ser católicos. Sí, me da esa impresión.
-¿A qué cree que se debe?
-A que de niños somos bautizados, asistimos a catequesis, hacemos la primera comunión, nos confirmamos... y muchos nos quedamos en eso. Es más, nos permitimos hablar mal de la Iglesia, de los Papas, de los curas... Y, sin embargo...
-¿Sin embargo?
-¿Qué hacemos para conocer el catolicismo? ¿Acaso leemos la Biblia, las encíclicas? ¿Estudiamos el catecismo? Nuestra religión, que es la verdadera, es un tesoro. ¡Y no salimos a buscarlo!
-A lo mejor es que es difícil de encontrar.
-Le diré que basta con un rosario en la mano.
-De nuevo, la oración.
-Es que es la única forma de recibir sabiduría, de llegar a Él, de conocerle. Sin oración no podemos nada.
-¿Tiene la necesidad de hablar con Dios?
-Sí, es como una sensación dulce.
-¿Y de Dios? Lo digo porque lo hace con la misma soltura con que se ponía delante de una cámara.
-Es porque estoy enamorada de Él. Me río porque muchas veces le digo: “Te amo, te amo, te amo y, además, te quiero mucho”.
-¿Se siente correspondida?
-Hay una frase del Evangelio que me impresiona tremendamente: “Sabed que estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”.
-¿Por qué le impresiona?
-Porque es verdad: el Señor es el Señor, pero es también el gran amigo que siempre estará ahí.

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