Este pobre que les escribe, también acudió a la invitación de la Iglesia, para que esta orara también por mi, y así fuera enviado, no en mi propio nombre, para que hable en mi propia opinión, ni transmitiendo lo que a mi me parezca, sino enviado por la Iglesia para transmitir la Palabra de Dios.
Por eso, realicé la siguiente promesa:
Prometo transmitir fielmente la Palabra de Dios, de la cual hemos sido
constituidos mensajeros, a fin de que cobre fuerza y vigor en el corazón de los catequizandos.
De este modo, si es Palabra de Dios, ya no es mi palabra la que transmito. Si me envía la Iglesia, ya no voy en mi propio nombre, sino en el Nombre del Señor.
¿Es que acaso soy yo mejor que otros? ¿Soy yo mejor que vosotros y por eso tengo este privilegio?
No. No soy mejor que vosotros. Sólo que el Señor se fijó en mí, debido a mis pecados, se compadeció de mí por mi miseria y debilidad. No tengo más privilegio que el ser pecador, y he aceptado la voz del Señor que nos ha dicho: "convertíos y creed en el Evangelio". He aceptado su llamada, El ha hecho cosas grandes en mi, y por eso, ahora quiero devolver gratis a los demás, lo que El me ha dado gratis.
No voy a imponer a nadie, voy a proponer. Se que la conversión es el proceso de toda una vida, y que el final es la santidad. Por eso, se que voy a tener fallos y caídas, pero voy a confíar en el Señor una vez más, y voy a tratar de ser fiel a su voz en todo momento.
Que nadie vea en mi a uno que se cree sabio y que lo sabe todo mejor que nadie, porque no me creo eso. Pero de lo que he visto, de eso hablo.
Que nadie vea en mi a uno que se cree mejor que otro por aceptar el Evangelio, porque nunca me creo mejor que nadie.
CELEBRACIÓN DEL ENVÍO DE LOS CATEQUISTAS
RITO DEL ENVÍO pués de la homilía)
1. Monición
Hermanos y hermanas: nuestra comunidad parroquial, signo de toda la Iglesia, ha concedido a algunos hermanos nuestros transmitir la Palabra de Dios mediante el ministerio catequético, para que crezcamos juntos en la fe, en la esperanza y en la caridad. Pidamos para ellos el don del Espíritu Santo y la gracia de la palabra.
2. Exhortación a los enviados: (Acérquense los que van a recibir la misión de catequizar!
Queridos hermanos y hermanas: Dios, nuestro Padre, reveló y realizó su designio de salvar al mundo por medio de su Hijo Jesucristo, quien confío a su Iglesia esta misión de predicar el Evangelio a toda criatura.
Como catequistas que explicáis la Palabra de Dios, vais a contribuir a esta misión confiada a la Iglesia. Vuestra tarea será exponer la Palabra de Dios en la catequesis explicándola y, de esta forma, educar en la fe a los niños, a los jóvenes y a los adultos. Así, por vuestra labor podrán llegar a conocer al Dios Padre de Jesucristo y alcanzar la vida eterna.
Cuando expliquéis la Palabra de Dios a los demás, no olvidéis, dóciles al Espíritu Santo, escucharla primero y conservarla en vuestro corazón. Que vuestra vida sea testimonio de Jesucristo dentro de la comunidad cristiana y que ésta pueda ser ofrecida como punto de referencia de la catequesis que realizamos.
3. Oración por los enviados
Pidamos, queridos hermanos y hermanas, a Dios Padre, que bendiga a estas hijas e hijos suyos destinados al servicio de la catequesis para que cumpliendo fielmente la tarea que se les confía, proclamen a Jesucristo y den así gloria al Padre que está en los cielos. (Todos oran en silencio)
Dios Padre, que has confiado a tu Iglesia la misión de anunciar el Evangelio a los hombres y mujeres de todos los tiempos: bendice + y acepta a estos catequistas para que sean fieles dispensadores de la Palabra de la Verdad. Envía tu Espíritu sobre estas hermanas y hermanos nuestros, infundiendo en sus corazones el amor y el celo de tu Reino. Pon en sus labios tu Palabra de salvación y concédeles la alegría de poder colaborar en tu obra. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén
4. Promesa de los catequistas (El sacerdote mostrando la Biblia o el leccionario pregunta a los catequistas)
¿Prometéis transmitir fielmente la Palabra de Dios, de la cual habéis sido constituidos mensajeros, a fin de que cobre fuerza y vigor en el corazón de los catequizandos?
Catequistas: Sí, prometo.
(A continuación, los catequistas van besando el libro y se retiran a su sitio. Mientras, la asamblea acompaña con un canto apropiado
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