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15 de julio de 2010

La gran esperanza de nuestra fe

Si Cristo no hubiera muerto por nuestros pecados en una cruz, seguiríamos siendo culpables de nuestros pecados. Pero tanto amó Dios al hombre, creado por Él, que siguiendo su propio plan, y en la plenitud de los tiempos, envió a su Hijo Jesucristo al mundo para morir por toda la humanidad, para que todos nuestros pecados pudieran ser perdonados en la Sangre derramada de Cristo, y así poder gozar de la vida eterna junto a Dios, en el Cielo, cuando salgamos de este mundo que pasa.

Si Cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra fe. Pero esta es la gran noticia. ¡CRISTO HA RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS!, y por tanto todo aquel que cree, resucitará también en el día final.

Si Cristo murió por todos, ¿quién se condena entonces?. Se condena todo aquel que rechaza la salvación. Se condena todo aquel que rechaza la vida eterna que Dios le ofrece. Se condena todo aquel que no desea ir al Cielo. Es así de simple.

¿Y quién se salva? Se salva, todo aquel que durante su vida, trata de practicar la justicia, trata de hacer el bién. Se salva todo aquel que ama con amor puro y limpio. Se salva todo aquel que desea salvarse y acepta y cumple en su vida, la ley mas importante. La ley del AMOR. Amar a Dios sobre todas las cosas, es decir, no rechazar sus mandamientos, que fueron dados para el bién del hombre. Amar al prójimo como a uno mismo, es decir, procurar siempre el bién de todo aquel que se cruza en nuestra vida, tratar siempe de hacer el bién a los demás, sin importar quién sea la persona. El que busca como hacer daño a los demás, no ama al prójimo. Algunas veces dañamos a nuestro prójimo, pero lo que realmente importa, no es el resultado de nuestra acción, sino si nuestra intención era hacer daño. Dios pesa los corazones, y mira las intenciones. El mal está en la intención, si es mala.

Dios es misericordioso y justo.

Todo aquel que se arrepiente de sus pecados, recibirá el perdón de Dios.

Todo aquel que no se quiere arrepentir de sus pecados, no puede ser perdonado.

Si vives una vida religiosa, pero no tienes a JESUCRISTO en tu corazón, no estás cumpliendo la voluntad de Dios.

Pero nuestra esperanza es grande, porque nos ha sido dada una fe que nos trae esa gran esperanza al corazón. El saber, que todo aquel que en esta vida se esfuerza en amar, está cumpliendo lo que JESUCRISTO quiere, y por tanto, ese alma se salvará. Y si ha cometido pecados, aunque sean graves, podrán ser perdonados por el Señor, e ir al Cielo, gracias a lo que JESUCRISTO hizo por nosotros.

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