En el pasado Sínodo de la familia celebrado en Octubre en Roma, se abordaron diversos temas, entre otros el de la atención pastoral a las personas con orientación homosexual. De ninguna manera de ese Sínodo nació un cambio en la doctrina de la Iglesia que está basada en la Sagrada Escritura y en la Tradición. Es más, del documento publicado al finalizar el sínodo, se expresa con total claridad, que
"La Iglesia, por otra parte, afirma que las uniones entre personas del mismo sexo no pueden ser equiparadas al matrimonio entre un hombre y una mujer. Tampoco es aceptable que se quieran ejercitar presiones sobre la actitud de los pastores o que organismos internacionales condicionen ayudas financieras a la introducción de normas inspiradas a la ideología gender."A falta de la traducción en español en la página del Vaticano, aquí he encontrado esta otra traducción no oficial.
http://www.teinteresa.es/religion/documento-oficiales-Sinodo-Familia-Vaticano_0_1229278656.html
Por otro lado, el documento final del sínodo, no es doctrina, sino un documento de trabajo para las Diócesis.
Uno de los puntos del documento habla de acogida y respeto a las personas homosexuales. Esto para muchos puede suponer una novedad, sin embargo en mi opinión no lo es, porque ya se encuentra reflejado en el Catecismo de la Iglesia Católica hace muchos años.
La pregunta es si las personas homosexuales que quieren creer en Dios, o que buscan a Dios, están dispuestas a aceptar la enseñanza de la Iglesia o no, en este punto. Hay que preguntarse también si el homosexual que busca a Dios, será capaz de renunciar a lo que muchos de ellos entienden como un derecho, de que cada uno tenga la orientación sexual que quiera y sea igual que el matrimonio entre hombre y mujer, cosa que ni remotamente la Iglesia nunca aceptará, puesto que no puede ir contra si misma o contra el orden natural creado por Dios.
El Papa Francisco afirmó en 2013 que no se puede juzgar a los "gays" que tienen buena voluntad de buscar a Dios y que no se les debe marginar. (Ver video). Obviamente esto no es un reconocimiento ni aceptación de que las uniones homosexuales estén aprobadas por la Iglesia, o que el Papa bendiga estas uniones, pero grupos de presión pretenden tergiversar estas buenas palabras para darles un significado que no tienen.
En este otro video, se demuestra que el Papa Francisco cuando era Cardenal no aprobó nunca las uniones entre personas del mismo sexo, sino todo lo contrario. En 2010 dijo que el "casamiento de dos personas del mismo sexo es la pretensión destructiva al plan de Dios". Esta y otras citas están en ese video.
En una entrevista que ofreció en 2010, dijo que a las personas con esta tendencia hay que acompañarlas con misericordia, y eso no se opone al derecho que tiene la Iglesia de expresar sus propias opiniones al servicio de las personas. Es decir, la elección sexual se encuadra dentro de la libertad que Dios nos da, pero la Iglesia tiene derecho a diferenciar una cosa de otra.
Las presiones de ciertos grupos o el llamado lobby gay hacen que las palabras del Papa Francisco sean reproducidas por algunos medios como las de un Papa moderno que viene a traer a la Iglesia cosas que antes no existían. Sin embargo, puedo demostrar que esto es falso.
El anterior Papa, Benedicto XVI, ya dijo en alguna ocasión que los "homosexuales" no debían ser discriminados, pero también hablaba con toda claridad que eso no hacía que la homosexualidad fuera "moralmente justa", y que iba contra el plan querido por Dios.
El mismo Papa Benedicto XVI condenó la legalización del llamado "matrimonio homosexual" en el año 2012, calificandolo de "amenazas graves para la familia", y que "socavan el porvenir de la humanidad".
Mucho antes, el anterior Papa, Juan Pablo II, calificó en el año 2000 la "marcha del orgullo gay" como una afrenta y recordó lo que dice el catecismo de la Iglesia Católica sobre la homosexualidad contraria a la Ley natural.
San Juan Pablo II, difundió en 2003 un durísimo comunicado contra las uniones civiles entre homosexuales. La Iglesia acepta la desviación sexual pero no la práctica.
Mucho antes, en 1986 se envió una carta a los Obispos sobre la atención a personas homosexuales, en la que se alerta del creciente interés por parte de grupos de presión y la puesta en duda incluso en ambientes de católicos, de la enseñanza de la Iglesia sobre este tema. Precisa que la particular inclinación de la persona homosexual, aunque en sí no sea pecado, constituye sin embargo una tendencia, más o menos fuerte, hacia un comportamiento intrínsecamente malo desde el punto de vista moral. Por este motivo la inclinación misma debe ser considerada como objetivamente desordenada. En dicho documento, se da respuesta a lo que dijo el Papa Francisco recientemente acerca de no juzgar a los que tienen la tendencia gay pero buscan al Señor. Y dice lo siguiente:
12. ¿Qué debe hacer entonces una persona homosexual que busca seguir al Señor? Sustancialmente, estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, uniendo al sacrificio de la cruz del Señor todo sufrimiento y dificultad que puedan experimentar a causa de su condición. Para el creyente la cruz es un sacrificio fructuoso, puesto que de esa muerte provienen la vida y la redención. Aun sí toda invitación a llevar la cruz o a entender de este modo el sufrimiento del cristiano será presumiblemente objeto de mofa por parte de alguno, se deberá recordar que ésta es la vía de la salvación para todosaquellos que son seguidores de Cristo.
El Papa Pablo VI pidió en Abril de 1976 por que el espíritu de amor y pureza vencieran al hedonismo difundido por el mundo. El propio Pablo VI hablaba también de acoger a las personas homosexuales, es decir, no ha sido una novedad traída por el Papa Francisco como piensan algunos. Con el Papa Francisco lo que se está dando es el fenómeno insólito de que está siendo utilizado por los grupos de presión para presionarnos (valga la redundancia), para tensar la cuerda y ganar su batalla, que lleva siendo librada durante varias décadas, como vemos.
Durante el pontificado de Pablo VI se realizó una declaración acerca de ciertas cuestiones de ética sexual. Entre varios temas, trató el de la homosexualidad, así:
Se hace una distinción —que no parece infundada— entre los homosexuales cuya tendencia, proviniendo de una educación falsa, de falta de normal evolución sexual, de hábito contraído, de malos ejemplos y de otras causas análogas, es transitoria o a lo menos no incurable, y aquellos otros homosexuales que son irremediablemente tales por una especie de instinto innato o de constitución patológica que se tiene por incurable.
Ahora bien, en cuanto a los sujetos de esta segunda categoría, piensan algunos que su tendencia es natural hasta tal punto que debe ser considerada en ellos como justificativa de relaciones homosexuales en una sincera comunión de vida y amor semejante al matrimonio, en la medida en que se sienten incapaces de soportar una vida solitaria.
Indudablemente, esas personas homosexuales deben ser acogidas en la acción pastoral con comprensión y deben ser sostenidas en la esperanza de superar sus dificultades personales y su inadaptación social. También su culpabilidad debe ser juzgada con prudencia. Pero no se puede emplear ningún método pastoral que reconozca una justificación moral a estos actos por considerarlos conformes a la condición de esas personas. Según el orden moral objetivo, las relaciones homosexuales son actos privados de su ordenación necesaria y esencial. En la Sagrada Escritura están condenados como graves depravaciones e incluso presentados como la triste consecuencia de una repulsa de Dios [18]. Este juicio de la Escritura no permite concluir que todos los que padecen esta anomalía por esta causa incurran en culpa personal; pero atestigua que los actos homosexuales son por su intrínseca naturaleza desordenados y que no pueden recibir aprobación en ningún caso.