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25 de diciembre de 2008

Nos ha nacido un Salvador, el Mesías, El Señor.

Málaga Millones de años después de brotar la vida sobre la faz de la tierra; miles y miles de años después de que aparecieran los primeros humanos, capaces de recibir el Espíritu de Dios; unos mil novecientos años después de que Abrahán, obediente a la llamada de Dios, partiera de su patria sin saber a dónde iba; unos mil doscientos años después de que Moisés condujera por el desierto hacia la tierra prometida al pueblo hebreo, esclavo de Egipto; unos mil años después de que David fuera ungido rey de Israel por el profeta Samuel; unos quinientos años después de que los judíos, cautivos en Babilonia, retornaran a la patria por decreto de Ciro, rey de los persas; En la ciento noventa y cuatro Olimpíada de los griegos; el año setecientos cincuenta y dos de la fundación de Roma; el año cuarenta y dos del reinado del emperador Octavio César Augusto estando el universo en paz: El Hijo de Dios Padre, habiendo decidido a salvar al mundo con su vida, concebido por obra del Espíritu Santo, transcurridos los nueve meses de su gestación en el seno materno, hace ahora poco más de dos mil años, en Belén de Judá, hecho hombre, nació de la Virgen María, Jesús, Cristo.

La solemnidad de esta noche nos recuerda aquella otra, la más importante del año: la Vigilia pascual. El nacimiento de Cristo presagia su pasión y su resurrección gloriosa; el pesebre y la noche de Belén evocan la cruz y las tinieblas del Calvario; los ángeles que anuncian al recién nacido a los pastores nos recuerdan a los ángeles que anunciaron al Resucitado a los discípulos. Es pues la Pascua del Señor Jesús - nuestra pascua, feliz Pascua- que en verdad celebramos en la conmemoración de esta Navidad que culmina el segundo milenio de la era cristiana.

El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande, y a los que habitaban en las sombras, una luz les brilló. Que esta nueva luz que ahora encendemos signifique el comienzo de una Navidad que se renueva, en los comienzos de este tercer milenio después de la primera, en Belén. ¡No tengáis miedo!: hoy, en nuestra Iglesia, nace el Salvador, la gran alegría para todo el mundo, aquel que vive y reina, inmortal y glorioso, por los siglos de los siglos.

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