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15 de agosto de 2019

Asunción de María Virgen, la Madre de Dios.

    Hoy la Iglesia vive en todo el orbe le solemnidad de la ASUNCIÓN DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA, una de los días grandes que el pueblo cristiano católico tiene en el calendario anual. Como día de precepto que es, además tenemos la obligación de ir a la Iglesia a celebrar la Eucaristía. Hacerlo con alegría y buena disposición es lo mejor.
 
La Asunción de la Virgen María significa que ella por privilegio especial de parte de Dios fue llevada al cielo en cuerpo y alma. La Iglesia Católica así lo creyó desde tiempos muy tempranos, pero no lo define como un dogma de fe hasta el año 1950 siendo Papa, Pio XII. Para saber más, puedes visitar este enlace: https://www.aciprensa.com/recursos/que-es-el-dogma-de-la-asuncion-2929

"La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos" (#966). (Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica)
El Evangelio que se proclama hoy en la Iglesia universal es este:

Lc 1, 39-56. El Poderoso ha hecho obras grandes en mí: enaltece a los humildes.
En aquellos mismos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».
María dijo: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humildad de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia por siempre». María se quedó con ella unos tres meses y volvió a su casa.
   Este fragmento del Evangelio de San Lucas es uno de los más bonitos, y de los pocos momentos en los que el Nuevo Testamento menciona a María, pero es que con semejantes palabras, no hay mucho más que decir. Recoge palabras de la misma Madre del Señor, que se refieren al nacimiento de Jesús. A la elección de Dios que ha hecho al fijarse en una humilde mujer, la declaración profética de que "todas las generaciones" la felicitarán por ello, la descripción perfecta de Dios, el cual es santo, misericordioso y poderoso, además de justo y que da recompensa a los humildes y rechaza a los soberbios. Además presenta a Dios como cumplidor de sus promesas.

   Pues bien, otra de las grandezas de Dios es la Asunción de la Virgen María, que nos garantiza que ella está ahora en el cielo, habiéndonos precedido como prenda de nuestra propia resurrección. Tal como dice San Pablo también en lectura del día de hoy: 1 Cor 15, 20-27a. Primero Cristo, como primicia; después todos los que son de Cristo.

¿Y acaso la primera persona que es de Cristo no es su madre?

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