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17 de diciembre de 2007

El camino de la verdadera felicidad

En este Adviento el Papa dice a todos los hombres de buena voluntad, que: «Poner una felicidad individual en lugar de Dios, hacer de ella un ídolo, aleja de la verdadera alegría que trae Jesucristo y que celebramos en Navidad»

El misterio de Belén, dijo el Papa, «nos revela a Dios-con-nosotros», a «Dios que por así decirlo ha celebrado una boda con nuestra humanidad», porque «ha tomado nuestra condición humana, eligiendo ser en todo como nosotros menos en el pecado».

Ésta es la certeza de la que nace la alegría cristiana, confirmó: la certeza de que «Dios está conmigo, con nosotros, en la alegría y en la tristeza, en la salud y en la enfermedad, como amigo y esposo fiel».

Es la alegría que permanece en lo más profundo del corazón «que se entrega a Dios y confía en Él»,

Y ante quienes dudan de la existencia de tal alegría, Benedicto XVI recordó el ejemplo de la beata Teresa de Calcuta, quien «vivía en contacto diario con la miseria, con la degradación humana, con la muerte, que conoció la prueba y la noche oscura de la fe», «y sin embargo, dio a todos la sonrisa de Dios».

Y es que la alegría -dijo el Papa-- «entra en el corazón de quien se pone al servicio de los pequeños y de los pobres». Si uno ama así, Dios vive en su corazón, subrayó.

«Si en cambio se hace de la felicidad un ídolo», «difícilmente se puede encontrar la alegría de la que habla Jesús», alertó.

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