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17 de diciembre de 2007

Los cristianos deben dar razón de su esperanza en Jesús, llama el Papa

En la dedicación de una nueva iglesia romana
ROMA, domingo, 16 diciembre 2007

(artículo completo en ZENIT.org).-

Dice el sucesor de Pedro que los cristianos debemos dar razón de nuestra esperanza hoy. El Papa nos anima a todos. He extraido lo siguiente que me ha parecido de máximo interés de la información recibida hoy de ZENIT.ORG

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Igual que en tiempo de mártires, los cristianos hoy deben dar razón de sus esperanza «ofreciendo al mundo testimonio de la Verdad del Único que salva y redime», alerta Benedicto XVI.

El lugar «evoca un pasado de resplandeciente testimonio cristiano» --describió Benedicto XVI-- porque en las cercanías están situadas las catacumbas de Generosa, donde la tradición señala la sepultura de tres hermanos mártires: Simplicio, Faustino y Beatriz, recordados como los santos Mártires Portuenses y muy apreciados por la comunidad local.

Fueron asesinados durante la persecución de Diocleciano, en el año 303.

Parte de los restos de los hermanos se conservan en Fulda, en Alemania, «ciudad que desde el siglo VIII, gracias a que San Bonifacio le llevó las reliquias, honra a los Mártires Portuenses como sus compatriotas»...

«Los jóvenes mártires que entonces murieron para dar testimonio de Cristo, ¿acaso no son un poderoso estímulo para vosotros, cristianos de hoy, a perseverar en el seguimiento fiel de Jesús?», ...

«Y la protección de la Virgen del Santo Rosario, ¿no os pide ser hombres y mujeres de profunda fe como lo fue Ella?», añadió.

«También hoy, aunque de formas distintas, el mensaje salvífico de Cristo es contestado -constató Benedicto XVI-- y los cristianos, no menos que ayer, están llamados a dar razón de su esperanza, ¡a ofrecer al mundo el testimonio de la Verdad del Único que salva y redime!».

«Es necesario que reanimemos nuestros corazones porque el Señor está cerca», había dicho el Papa al inicio de su homilía.

Apuntaba así a la liturgia de Adviento, que «repite constantemente que debemos despertarnos del sueño del acostumbramiento y de la mediocridad», y «abandonar la tristeza y el desaliento».

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