Narra el Evangelio un episodio prodigioso donde Jesús se manifiesta como Dios ante unos discípulos atemorizados en una barca en medio de una tempestad. Jesús les pide que no teman y apela a la fe que a ellos les está faltando. Jesús increpa a los vientos y estos de detienen, quedando todo en calma. Es una demostración de que Dios está por encima del poder de la naturaleza, y nos enseña que no importa lo difícil que se pongan a veces las cosas. Si Dios lo quiere, nada es imposible, es decir, todo es posible. ¿Pero todo todo?. Si. Todo todo. ¿Que nos pide Dios a cambio? Si me fijo sólo en los apóstoles atemorizados, diría que no hay nada que podamos hacer para cambiar las cosas difíciles, las tempestades de nuestra vida. Lo único que hacen los discípulos es "clamar" a Jesús en medio de su angustia. Y Jesús responde. Siempre responde.
¿Significa eso, que todo lo que queramos sucederá?
Evidentemente no depende de nosotros cambiar el curso de las cosas que no podemos cambiar, pero como sabemos que Dios si puede, es preciso hacer dos cosas:
1. No tener miedo
2. Confiar plenamente en el Señor.
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