Y le dijo: "Tu y yo solo somos hermanos de ADN". Es curioso, porque sin darse cuenta en parte estaba diciendo la verdad, pero una verdad que iba en su propia contra. El término hermano es usado en las comunidades cristianas, en la Iglesia. Pero ella había sido completamente rebelde a querer saber nada de la Iglesia. Se había negado a participar, y se había negado a reconocer la verdad de nuestro Credo y de los Sacramentos. Había incluso cometido el fraude de casarse por la Iglesia para luego separarse de su marido, y había cometido el fraude de bautizar a sus hijos y no cumplir con sus obligaciones de educarlos en la fe.
Pero ella se creía fuerte. Incapaz de reconocer todo el daño causado. Incapaz de ver que todos los males en cadena sufridos tienen un origen y una causa, seguía queriendo imponer su criterio y seguir adelante sin reflexionar sobre lo sucedido a pesar del fracaso de su sistema de creencias que era evidente en los frutos de su vida actual.
En su huída hacia delante no sólo se rebelaba contra esto, sino que atacaba a su hermano de ADN, precisamente porque cada vez que lo veía, su propia presencia le recordaba lo que no quería saber. Que Cristo es el único camino y la única vida.
En esta huída hacia delante estaba dispuesta a todo, incluso a matar a quien osara ponerse en su camino o la cuestionara. Ella ni siquiera había olvidado que si no llega a ser por Dios y por su hermano de ADN que la salvó de ahogarse en una piscina cuando no había nadie allí, hubiera muerto a los 7 años de edad, y no habría cumplico los 46.
Había ido demasiado lejos. Ahora ya si que no podía su hermano de ADN hacer nada más por ella. Había decidido su camino y su hermano de ADN se marchó para siempre.
Fdo: Francisco Javier Madueño
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