Un
policía de tráfico recientemente reclutado, que estaba de servicio en un cruce
muy frecuentado, detuvo a un conductor por haber este ignorado una señal de
tráfico. Sacó su talonario de multas y
pidió al conductor su permiso de conducir.
El
conductor que era un alto jefe del departamento de policía, le mostró sus
credenciales. El policía las miró y continuó redactando la sanción.
Visiblemente molesto, el jefe le dijo ásperamente:
-
Tenga en cuenta, joven, que cuando llegue el momento de su ascenso,
puede que sea yo quien tenga que aprobarlo.
Con toda serenidad, el policía le alargó el
papel de la multa y le dijo sonriendo:
-
Cuando llegue ese momento, señor, tenga la bondad de recordar que, a
sus órdenes, tiene un policía honrado.
No penséis que he
venido para abolir la Ley…
No vine para
abolir, sino para cumplir.
Mateo
5, 17
Fuente: En casa con Dios. Hedwig Lewis, S.J.
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