Siendo
Nicolás Ceaucescu dictador en Rumanía, cuentan las historias que en, cierta
ocasión salió por las calles “de incognito” para enterarse de que pensaba la
gente de él.
-¿Qué opina usted de Ceaucescu? –Le
preguntó a un hombre en un bar.
El
hombre miró en torno y le susurró al oído:
-
No se lo puedo decir aquí.
Salieron
afuera, y el presidente volvió a hacerle la misma pregunta, pero el hombre
tampoco se sentía allí seguro. Entonces montaron en un taxi, y al hacerle la
misma pregunta, el hombre hizo un gesto señalando al conductor. Por fin,
después de un gran trayecto, salieron del taxi en un lugar en campo abierto.
-
Vamos a ver ahora – le dijo el presidente-, ¿Qué opina usted de
Ceaucescu?
El
hombre se acercó al oído del presidente y le dijo con voz baja:
-
Me gusta
Lo que escucháis
al oído
pregonadlo desde
las azoteas.
Mateo 10,27
Fuente: En casa con Dios. Hedwig Lewis, S.J.
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