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23 de marzo de 2013

MISA DEL ALBA DE LA COFRADÍA DEL CAUTIVO (2013)




Como es tradicional, al alba de este sábado, se ha celebrado la EUCARISTÍA de nuestra Cofradía, presidida por el Obispo de la Diócesis. Para Ana Mari y para mi, este año ha sido especial, y recordaremos siempre. Personalmente no puedo evitar quedarme con la boca abierta, viendo como tantas personas se reúnen juntas en un mismo lugar para celebrar el Misterio de nuestra Fe. Lo más grande que tenemos los cristianos. Lo que da sentido a todo lo demás. Me refiero al posterior traslado de nuestros Sagrados Titulares a nuestra Casa Hermandad, paseando por las calles del barrio, previa visita a los enfermos del hospital civil. Al respecto de este traslado comentaré en la siguiente entrada del blog. De momento, dejo íntegra la homilía de la Misa, la cual debe ser acogida por todos los que se acercan a Jesús, por medio de la Bendita imagen del Cautivo, como una Gracia de Dios. De un Dios que quiere ser tu amigo, y que nunca te fuerza a creer y vivir tu fe, sino que te dice a ti y mi, que simplemente seamos coherentes y sinceros.



MISA DEL ALBA DE LA COFRADÍA DEL CAUTIVO
(Parroquia San Pablo-Málaga, 23 marzo 2013)
Lecturas: Ez 37,21-28; Sal (Jr 31,10-13); Jn 11,45-57.
Renovar la fe en Jesucristo

1. Al alba del día de hoy el Cautivo ha congregado un nutrido número de fieles cristianos en esta plaza del típico barrio de la Trinidad, en Málaga, en torno a su imagen; nos ha convocado Él, el Cautivo. Quiere verificar si mantenemos su fe en Él; quiere saber si le amamos y confiamos en su Palabra.
Somos conscientes de los problemas y desafíos, que debe afrontar hoy el cristiano en nuestra sociedad; y percibimos con gran fuerza la actualidad de la pregunta, que hizo Jesús hace más de dos mil años: «Cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?» (Lc 18,8). ¿Encontrará aquí, en Málaga, la auténtica fe en Él?
Con la promulgación del Año de la fe el papa Benedicto XVI propuso a toda la Iglesia lo más importante del programa de su pontificado: “La exigencia de redescubrir el camino de la fe, para iluminar de manera cada vez más clara la alegría y el entusiasmo renovado del encuentro con Cristo” (Porta fidei, 2).
Es necesaria una renovada conversión al Señor Jesús y una profundización y purificación de nuestra fe, para ser en el mundo actual testigos gozosos y convincentes del Señor Resucitado, capaces de señalar la puerta de la fe a tantos que están en búsqueda de la verdad. Si la fe no se renueva y fortalece, convirtiéndose en una convicción profunda y en una fuerza real, gracias al encuentro personal con Jesucristo, todo lo demás será ineficaz.
En el Año de la fe queremos agradecer a Dios dos grandes acontecimientos eclesiales, que han marcado el rostro de la Iglesia en los últimos tiempos: los cincuenta años de la apertura del Concilio Vaticano II y los veinte años de la promulgación del Catecismo de la Iglesia Católica.
2. Se constata actualmente “una profunda crisis de fe que afecta a muchas personas” (Benedicto XVI, Porta fidei, 2). Y al mismo tiempo existe un analfabetismo religioso, que se difunde en medio de nuestra sociedad, unido al individualismo y al relativismo, que parecen dominar el ánimo de muchos contemporáneos. Todo lo cual se une para llevar a muchos cristianos a vivir una apostasía silenciosa, hasta el punto de vivir como si Cristo no existiera(cf. Juan Pablo II, Ecclesia in Europa, 9). ¡Pero Cristo existe!
Ante esta situación es necesario que los creyentes potenciemos nuestra experiencia de fe; este acto de esta mañana es una manera de hacerlo; experiencia, que sea capaz de sostener nuestra vida de cristianos y pueda dar respuesta a los que buscan sentido a su vida: “Por eso, también hoy es necesario un compromiso eclesial más convencido en favor de una nueva evangelización, para redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe” (Benedicto XVI, Porta fidei, 7). Como afirma San Agustín, los creyentes “se fortalecen creyendo”; como el amor se fortalece y crece amando.
3. La Iglesia nos guía a encontrar y conocer a Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre, a través del anuncio de la Palabra, la celebración de los sacramentos, la oración y las obras de caridad. Se trata del encuentro con una Persona viva, que nos transforma en profundidad, revelándonos nuestra verdadera identidad de hijos de Dios.
La fe no es la aceptación de una idea, ni de una teoría, ni siquiera de un proyecto de vida. La fe cristiana no es sólo una doctrina, una sabiduría, un conjunto de normas morales, una tradición o una costumbre social; tampoco es un conjunto de prácticas religiosas. La fe cristiana, queridos hermanos, es un encuentro vivo, personal y real con Jesucristo. Como ha afirmado el Papa Benedicto XVI: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (Benedicto XVI, Deus caritas est, 1).
¿Acaso el Cautivo es una simple idea, que se han inventado los malagueños? ¿Es el Cautivo, tal vez, una simple imagen, aunque artísticamente hecha, que recorre las calles de nuestra ciudad en la tarde del lunes santo; y que hoy, en este sábado de pasión, hará su traslada a su Casa-Hermandad, pasando por el Hospital? ¡Hablad, vosotros, queridos cofrades! ¡Explicad a vuestros paisanos, queridos malagueños, quién es Jesús Cautivo para vosotros!
El encuentro personal de fe con Jesucristo renueva nuestro espíritu, sana nuestras heridas, limpia nuestros pecados, revitaliza nuestras relaciones humanas, orientándolas a una mayor fraternidad y solidaridad, en la lógica del amor. Tener fe en Jesús Cautivo no toca sólo el saber intelectual, sino que involucra la totalidad de la persona: corazón, sentimientos, inteligencia, voluntad, corporeidad, emociones, relaciones humanas. Como decía el papa Benedicto XVI: “Con la fe cambia verdaderamente todo en nosotros y para nosotros, y se revela con claridad nuestro destino futuro, la verdad de nuestra vocación en la historia, el sentido de la vida, el gusto de ser peregrinos hacia la Patria celestial” (Benedicto XVI, Audiencia general El Año de la fe. Introducción,  Vaticano, 17.10.2012).
4. Aceptar a Jesús Cautivo en la propia vida es renovarla plenamente; es convertirse en discípulos suyos; es vivir un cambio de actitud, abandonando la basura de nuestras vidas, como nos ha dicho el profeta Ezequiel en la primera lectura: «No se contaminarán más con sus basuras, con sus monstruos y con todos sus crímenes» (Ez 37,23). ¡Qué palabras más claras y duras a la vez! Probablemente nos resulta difícil darnos cuenta de que las acciones del hombre, que van contra Dios, es decir, contra el amor, contra la vida humana, contra el hombre, son acciones deleznables; son basura.
El Señor quiere purificarnos y perdonar nuestras infidelidades, para formar un pueblo de hombres libres y amados por Dios. Decía el profeta Ezequiel: «Los salvaré de las infidelidades por las que pecaron, los purificaré, y serán mi pueblo y yo seré su Dios» (Ez37,23). Pertenecer a su pueblo significa ser hombres que han sido purificados de sus pecados, que han encontrado la Verdad, que han sido liberados de las cadenas de la esclavitud y viven en libertad (cf. Gal 5,1).
Mirad la imagen de Jesús Cautivo. ¿Por qué pensáis que el Cautivo lleva las manos atadas? No ha sido un capricho del artista, sino la expresión de la verdad que representa. Él se ha puesto en nuestro lugar y ha sido maniatado, para concedernos la libertad. ¡Querido cofrade, y fiel seguidor del Cautivo, dale las gracias por este gesto de amor! Hoy estás tú libre, porque él ha asumido tu condena; porque Él te ha liberado.
5. La imagen de Jesús Cautivo, cuando camina por las calles de Málaga atrae una inmensa multitud de gente, como el pastor, que congrega en torno a sí a las ovejas dispersas (cf. Ez37,24), para ofrecerles pastos abundantes y nutritivos.   Cristo quiere conducir a todos los hombres a las fuentes de la Vida. Y “la Iglesia en su conjunto, así como sus Pastores, han de ponerse en camino como Cristo, para rescatar a los hombres del desierto y conducirlos al lugar de la vida, hacia la amistad con el Hijo de Dios, hacia Aquel que nos da la vida, y la vida en plenitud” (Benedicto XVI, Homilía para el comienzo del ministerio petrino del Obispo de Roma (24.04.2005). Esta invitación del papa emérito Benedicto XVI quiero hacerla propia y animaros a todos, cofrades y fieles cristianos, para que invitéis a los hombres de hoy a acercarse a Cristo, manantial de la vida, fuente del perdón y venero de libertad.
Cada clavel rojo que recibirá la imagen del Cautivo, en su traslado hacia la Casa-Hermandad, es como una oración, sea de acción de gracias, sea de perdón, o sea de petición; pero es un gesto de fe y de amor. ¡Queridos fieles, abrid vuestro corazón al Señor Cautivo, que os ama hasta el extremo; que ha dado su vida por nosotros; y que espera un gesto de amor por nuestra parte!
¡Reconoced a Jesucristo como verdadero Dios y verdadero hombre! ¡Haced profesión pública de vuestra fe, con valentía y sin miedo!   Y pedimos la intercesión de la Virgen María, Nuestra Señora de la Trinidad, peregrina de la fe y estrella de la nueva evangelización, para que nos acompañe y nos ayude a ser mejores cristianos. Amén.
 

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