Adolfo Suárez, primer presidente del gobierno elegido por votos del pueblo español desde 1936, está en estado crítico, según ha informado hoy su hijo. Me da pena la noticia, porque ningún cristiano puede alegrarse del sufrimiento de nadie, y la familia y los que le aprecian lo sentirán mucho. Sin embargo, es ley de vida, y todos caminamos hacia el encuentro definitivo con Dios.
Lo que si quisiera comentar es que me parece paradójico que una persona que ha contribuido decisivamente al cambio de régimen político en nuestro país, vaya a morir después de 11 años sin recordar nada, ni siquiera quien es. Extraña enfermedad para una persona que ha sido tan relevante en la historia de España. Los designios de Dios son a veces incomprensibles. Se puede especular, pero sólo Dios sabe la verdad de cada persona.
Yo hacia Adolfo Suarez, tengo sentimientos contradictorios. Reconozco su carisma, su inteligencia, su capacidad como político y gobernante por aquello que se de el, pero cuando el dimitió como presidente, yo tenía 10 años. Lo que si se, es que si el sistema político en el que vivimos, y muchos de sus problemas, vienen desgraciadamente de la semilla plantada en aquellos años, y el tiene su parte de responsabilidad, que es bastante por haber sido quien fue. Con Franco, durante la dictadura, y destruir la obra de Franco tras su muerte (incluido lo bueno). Creo sinceramente que todo lo que hizo, lo hizo pensando en el bien de los españoles, pero creo que cometió junto al Rey y algunas otras personas, un error cuyas consecuencias finales aún no hemos visto, y ojalá yo me equivoque.
Que vaya a morir en el año en que esa España que el quiso construir esté ante un desafío como el que ocurre en Cataluña, no deja de ser llamativo. Algo quiere decir para mi. Es una señal, aunque no lo entiendo del todo.
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