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18 de marzo de 2011

LA LIMOSNA (4)

La raíz de todo mal no es el dinero, sino el amor al dinero.

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La caridad une a los hombres, el egoísmo los separa.

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Los avaros obran como si jamás debiesen morir; porque nada dan, y todo lo conservan. Piensa tú, en cambio, que has de morir y acaso muy pronto, y así empezarás a dar a los necesitados y a ser desprendido.

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¿Cómo podrán los ricos hacer bien y conquistar el Cielo? Esto lo podrán lograr valiéndose de sus riquezas. Jesucristo dice que los ricos es difícil que se salven (Mateo 19, 23), y es por tener el corazón demasiado apegado a las riquezas y vienen a ser incapaces de comprender y apreciar las cosas del Cielo. ¿Sabéis para qué se nos dan las riquezas? San Agustín contesta así: "Buenos son el oro y la plata, no porque nos hacen buenos, sino porque sirven para obrar el bien" Las riquezas como don de Dios son buenas. Lo que es malo es su abuso. El rico Epulón se condenó, no por ser rico, sino por haber usado mal de las riquezas. La Biblia maldice sus abusos y también a los ricos que la tienen y se complacen en ellas, despreocupándose de los demás. Las riquezas no son en sí pecado, pero, como dice San Juan Crisóstomo, "es un pecado no distribuirlas a los pobres y emplearlas en el mal". Viendo que tenemos la necesidad para comer y vivir, debemos ser desprendidos y saber darle cauce a nuestras riquezas. "Cuando están escondidas las riquezas, dice San Juan Crisóstomo, rugen como leones, y todo lo destruyen. Por el contrario, si la sacáis de su escondrijo, y las exponéis a la luz del día, entregándolas a los pobres, se convertirán de fieras en corderos, de escollo en puerto, y en vez de naufragio hallaréis la tranquilidad". San Basilio nos da este consejo: "No seáis, pues, como el avaro. Dad salida a las riquezas, como se da paso al río caudaloso dividiendo en pequeños cauces para que riegue la campiña, haced que vuestras riquezas discurran también por distintos caminos y lleguen a la casa de los pobres. El pozo del que continuamente se saca el agua, la mana siempre cristalina; si se la deja en reposo constante, se corrompe. Esa es la imagen de las riquezas, que atesoradas son inútiles, pero cuando se las mueve y pasan de unos a otros producen la comodidad y el bienestar común. Los hombres te alabarán y, sus alabanzas no serán sino un prólogo de las que ha de tributarte Dios.

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El rico que creéis dichoso, se queja muchas veces, es desgraciado, suspira, gime y sufre: varios van detrás de él, como las moscas siguen la miel.

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La gloria de las riquezas no brilla en las mesas espléndidas, sino en los socorros distribuidos a los desgraciados.

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La limosna está ante la puerta del Infierno y no consiente que baje el que la ha hecho.

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Rescatad vuestros pecados con la limosna (Daniel 4, 24)

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La limosna purifica los pecados (Proverbios 15,27)

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La limosna libra de la muerte, y ella es la que lava los pecados, y hace hallar misericordia y la vida eterna (Tobías 12, 9).

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Excelente es la oración unida a la limosna (el angel a Tobías)

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