La Iglesia Católica no es ajena a las cosas del mundo. Sin ser del mundo, vivimos en el mundo. Los católicos vivimos en el planeta tierra, vamos al médico, compramos en los supermercados, y tenemos cuenta en el banco, como hacen los ateos o cualquier persona que tenga un mínimo de capacidad de moverse por la vida.
El IOR, o Instituto para las Obras de Religión, es un banco particular, porque sus clientes son diócesis, órdenes religiosas y departamentos y empleados de la Santa Sede. Fue instituido para que no se especule con el dinero de instituciones religiosas y para ahorrarles el coste de las operaciones. Este es el llamado "banco Vaticano".
El Papa Benedicto XVI escribió una carta Apostólica en forma de "Motu Propio" sobre la prevención y la lucha contra las actividades ilegales en el campo financiero y monetario (30 de diciembre de 2010)
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