En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
-«El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?»
Ellos les contestaron:
-«Sí.»
Él les dijo:
-«Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.»
Cuando Jesús acabó estas parábolas, partió de allí.
-«El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?»
Ellos les contestaron:
-«Sí.»
Él les dijo:
-«Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.»
Cuando Jesús acabó estas parábolas, partió de allí.
COMENTARIO:
El Reino de Dios es lo que ha venido Jesucristo a traer. Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (1 Tm 2, 3-4). Finaliza Jesús de hablar en parábolas en esta ocasión, con la parábola de la red y los peces. Primero nos habló del sembrador que salía a sembrar la buena semilla, y nos daba a entender la importancia de la Palabra de Dios para dar fruto. Luego nos explica que el Reino de los cielos se parece a varias cosas. Un grano de mostaza...algo muy pequeño que una vez que crece se convierte en frondoso árbol. O que se parece a la levadura, que cuando se mezcla con la harina fermenta. Ayer nos enseñó que el Reino de Dios es también como un tesoro escondido o una perla preciosa, y que el que lo descubre, renuncia al pecado y lo que no sirve en su vida. También nos habló del gran mal que hace la cizaña, y que esta será quemada en el fuego al final de los tiempos. Y hoy, concluye advirtiendo nuevamente acerca de la gravedad de renunciar a Dios y a una vida en la que Cristo sea tu Señor y único Salvador. Cuando este mundo termine, que terminará, habrá una criba realizada por los ángeles, criaturas espirituales creadas por Dios y que le sirven día y noche. Habrá una separación entre justos e injustos. No será una cuestión relativa como enseña el mundo, en que lo justo o lo injusto es lo que cada cual piense que es. Todo el mundo será juzgado según la única verdad. Jesús, hace hincapié en algo que puede volver a hacer pupa y escocer mucho a algunas conciencias, y por eso algunos cristianos tibios omiten hablar de ello. Se trata nuevamente de la realidad tremenda del infierno eterno, al que Jesús de nuevo hace referencia como un "horno de fuego donde serán echados los que no hayan sido aprobados (los malos)". Ya nos había dicho Jesús en la explicación de la parábola de la cizaña que los buenos serán recompensados y brillaran como el sol, una idea muy gráfica que nos muestra la luz del que va al cielo. Pero Jesús hoy nos recuerda por medio de su Santa Iglesia Católica, que en aquel horno de fuego (separación del Alma de la persona y de Dios por toda la eternidad), habrá llanto y rechinar de dientes (situación de desesperación, tristeza y miedo perpetuo)
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