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4 de agosto de 2013

Juan el Bautista, decapitado por decir la verdad y denunciar la maldad

Mt 14,1-12: Herodes mandó decapitar a Juan y sus discípulos fueron a contárselo a Jesús.
En aquel tiempo, oyó el virrey Herodes lo que se contaba de Jesús y dijo a sus ayudantes:

-Ese es Juan Bautista, que ha resucitado de entre los muertos, y por eso los Poderes actúan en él.

Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado, por motivo de Herodías, mujer de su hermano Felipe; porque Juan le decía que no le estaba permitido vivir con ella.

Quería mandarlo matar, pero tuvo miedo de la gente, que lo tenía por profeta.

El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó delante de todos y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que pidiera.

Ella, instigada por su madre, le dijo:

-Dame ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan Bautista.

El rey lo sintió; pero por el juramento y los invitados, ordenó que se la dieran; y mandó decapitar a Juan en la cárcel.

Trajeron la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven, y ella se la llevó a su madre.

Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron, y fueron a contárselo a Jesús.

COMENTARIO:

Juan el Bautista era un hombre bueno, un hombre de Dios, un mensajero de Dios, un verdadero profeta. Pero como mensajero de Dios, era muy directo y decía las cosas tal como eran en verdad. La verdad echada en cara directamente hiere el amor propio y el orgullo de los que no son buenos. Y Herodes era un mal bicho, un adultero, un déspota y un cobarde. Sólo por citar algunas cosas.
 Se dejó arrastrar por sus pasiones que ya le dominaban, obedeciendo así a los demonios, y su hija herodías, que era igual o peor que el padre, y para tratar de callar la voz que les tocaba sus conciencias, herodías decidió asesinar a Juan, un hombre bueno que decía lo que pensaba, la verdad, porque era un hombre de Dios. La noticia fue comunicada a Jesús. Así ocurre en el mundo. Cuando la Iglesia habla, hay quien tratará siempre, en todas las épocas de callarla. Unas veces será con violencia verbal. Otras con violencia física, como el caso de Juan, como el caso de la 2ª república española, donde miles de religiosos y cristianos fueron asesinados sólo por ser cristianos.

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