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2 de junio de 2013

1ª epístola de San Pablo a los Corintios (1 Co 2-3) "Señor nuestro y de ellos"

a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos, con cuantos en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo, Señor nuestro, de nosotros y de ellos

A veces se nos puede olvidar o no, que Jesucristo es tan Señor mío como del que tengo al lado. Si el de al lado invoca el nombre de Jesucristo, este se convierte también en su Señor. No sea yo celoso de que haya otro que también tenga a Jesucristo como Señor. De todos modos, lo que importa no es invocar a Jesucristo, sino que que ese invocar a Jesucristo no se convierta en una simple rutina, en un acto en vano. También está escrito:
«No todo el que me diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. (Mt 7,21)

De modo que cuando el Apostol Pablo, habla de invocar el nombre de Jesucristo, es claro que no se trata de invocarle y luego comportarse el que invoca como si fuera pagano. El cristiano es llamado a ser santo, y todo lo que se salga de ahí, no es hacer la voluntad del Padre, y por tanto hace que decir "Señor, Señor", pueda ser inútil. Lo interesante, es poder entrar en el Reino de los Cielos, y todo lo que no sea eso, es no cumplir el objetivo.

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