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20 de julio de 2013

¿Condenas a los que no tienen culpa?

Mt 12,1-8: El Hijo del hombre es señor del sábado.
Un sábado de aquellos, Jesús atravesaba un sembrado; los discípulos, que tenían hambre, empezaron a arrancar espigas y a comérselas.

Los fariseos, al verlo, le dijeron:

-Mira, tus discípulos están haciendo una cosa que no está permitida en sábado.

Les replicó:

-¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa de Dios y comieron de los panes presentados, cosa que no les estaba permitida ni a él ni a sus compañeros, sino sólo a los sacerdotes.

¿Y no habéis leído en la ley que los sacerdotes pueden violar el sábado en el templo sin incurrir en culpa?

Pues os digo que aquí hay uno que es más que el templo.

Si comprendierais lo que significa «quiero misericordia y no sacrificio», no condenaríais a los que no tienen culpa.

Porque el Hijo del Hombre es señor del sábado.

COMENTARIO:

Hoy pongo el énfasis en los fariseos, personas que se las dan de religiosos y cumplidores, y tienen un gran problema que vencer. El fariseo está al acecho buscando el fallo del otro para lanzarse a acusarlo (criticarlo). En nuestra Iglesia hay muchísima gente buena, que quiere vivir en paz, pero como ocurre en otros lugares de la vida, también te encuentras de vez en cuando con el fariseo, de apariencia religioso y estricto cumplidor de sus costumbres, que mira a los demás por encima del hombro. Un ejemplo, lo tenemos en el artículo escrito por mi mujer ayer, acerca de los cofrades.

El modo de responder al "fariseo", es el de Jesús. Es bueno no dejar ir al fariseo sin ponerle la cara colorada. No podemos ser corderitos alelados, hay que imitar a Jesús. Y Jesús lo que hace es defender a su gente. Defender a sus discípulos frente a las falsas acusaciones farisaicas.

El problema del fariseo es que se siente tan superior al resto, que en su celo por servir a Dios, acaba sirviéndose a si mismo, y como ocurre en este pasaje, puede llegar incluso a pasar por alto cosas, que Jesús se encargará de recordarles.

Pongo un ejemplo práctico: "No comulgues en la mano, que está mal", dicen algunos en la Iglesia. RESPUESTA CRISTIANA: ¿No has oído que la misma Iglesia lo permite donde lo permita por medio del Obispo en unión con el santo padre? ¿Y quien tiene autoridad para ello, tu, o la Iglesia que es Madre y Maestra? Si tu no quieres comulgar en la mano, no lo hagas, pero no critiques a quien lo hace. Ahí actúa el fariseo, tan celoso de cumplir "la ley" que a veces se olvida de "la misma ley".

El caso que se le presenta a Jesús es para mi, similar. El celo farisaico se convierte en hipocresía, cuando ellos tratan de "pillar" a los discípulos de Jesús (cristianos), por medio de una Ley religiosa, sin percatarse por su propia ceguera, que en ningún sitio de las Sagradas Escrituras enseña que por encima de la misericordia esté el sacrificio, y que Dios no ha enseñado que una persona pase hambre por cumplir una Ley, que además tiene sus excepciones. El fariseo lo lleva al extremo, y Jesús los recrimina con esta estupenda frase:

Si comprendierais lo que significa «quiero misericordia y no sacrificio», no condenaríais a los que no tienen culpa.

Fuera de la Iglesia también hay fariseos, y a veces pueden ser peores, porque estos a veces al estar fuera de la Iglesia desconocen y hablan como sabios tratando de enseñar a los cristianos, cosas que ni ellos mismos saben. Desde luego, los cristianos tenemos el deber de anunciar a Jesucristo, el Evangelio, y defender a la Iglesia allí donde estemos. Si no lo hacemos, seremos unos cobardes, y deberíamos hacer penitencia. Tener miedo a veces es normal, pero recordad lo que dijo Dios a Josue cuando tuvo miedo. Pueden leer en la Biblia, la respuesta de Dios ante el miedo de Josue.

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