Hermanos: Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis, juntamente con él, en gloria.
Jesucristo, que había pasado haciendo el bien a todos, y dando muestras palpables de que Dios Padre y El mismo uno son (Cf Jn 10, 30), fue condenado a muerte, y colgado en una cruz romana con el beneplácito de muchos de su propio pueblo que fueron los principales artífices de llevarle a la cruz y matarle. Sin embargo, lo que no sabían entonces es que que esto era necesario que sucediera, porque era parte del plan de Dios para salvar a la humanidad. Los mismos Apóstoles tenían dificultad para comprender este misterio. Muchos desde aquel día han creído en Jesucristo y han sido salvados por medio de su sangre derramada para el perdón de nuestros pecados. Dicho de otra forma. Jesús ha muerto en la cruz en "mi lugar", y en el de cada uno de vosotros con un fin muy claro: SALVARNOS.
La salvación no es para mi algo abstracto que llegará un día incierto del futuro. La salvación comienza aquí y ahora para todo el que cree en Cristo.
La resurrección de Cristo me lleva a mi también (y a todo el que crea), a mi propia resurrección. Es cierto que habrá un día (sólo conocido por Dios), en el que yo, primero muera. Mi corazón dejará de latir y me llevarán al sepulcro. Igual que a Jesús. Dios ha querido igualarse a nosotros también en eso. Y luego por mi fe en Cristo Jesús resucitaré de entre los muertos con un cuerpo glorioso, es decir, un cuerpo nuevo que ya no muere más. Eso es una gran esperanza y consuelo.
Pero antes de morir, antes de que mi corazón deje de latir, antes de ser llamado por Dios, el que me dio la vida, deberé morir, esto es, según nos dice hoy el Apóstol Pablo, el BUSCAR LOS BIENES DE ARRIBA. Si hago eso, ya es como si hubiera resucitado junto con Cristo, porque buscar los bienes de arriba es en definitiva, no buscar los de aquí abajo. Lo de arriba te lleva a la vida. Lo de abajo, te lleva a la muerte. He muerto a este mundo para resucitar con Cristo, desde el momento en que tomo la decisión de buscar los bienes de arriba en vez de los de la tierra. No es preciso que sea de golpe, pero debe haber voluntad de morir en algo para resucitar en algo, para que al final de nuestra vida, podamos ser hallados por Dios en ese estado del que lucha por alcanzar el objetivo.
La sorpresa mayúscula y el gran día llegará, cuando Cristo en su 2ª venida aparezca en gloria. La promesa es que todo el que haya muerto con Cristo (a este mundo), resucitará también con el en gloria.
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