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15 de julio de 2007

LOS EVANGELIOS

Jesús no escribió nunca nada. Tampoco encargó a los Apóstoles escribir, sino que les encargó “hacer discípulos por todo el mundo” bautizándolos en el Nombre de la Santísima Trinidad, y “enseñar” lo que Jesús ha mandado. (Mt.28,18-20, Mc 16,15-18)

Jesús nos dio la «Buena Nueva» (significado de la palabra griega “Evangelio”), que consiste en que Jesucristo es el Hijo de Dios y ha muerto por nuestros pecados, y RESUCITADO de entre los muertos. San Pablo lo dice así:

Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras, que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, según la Escrituras…(1 Co 15, 1-8)

Con el nombre genérico de Evangelio se conocen también a los cuatro escritos que narran algunos de los hechos y palabras de Jesús, y que fueron escritos, según la tradición de la Iglesia, por Mateo, Marcos, Lucas y Juan.

Los evangelios que mas tarde fueron canonizados por la Iglesia Católica y formaron parte del Nuevo Testamento cristiano y estos a su vez de la Biblia no fueron escritos en los años inmediatos al inicio de la Iglesia en Pentecostés.

Al principio vino la predicación “oral” por parte de los Apóstoles, centrada en torno al “Kerygma”, que anunciaba la muerte redentora y la resurrección del Señor, dirigida primero a los judios, a los que había que probar mediante el testimonio de los Apóstoles, que Jesús era el Mesías anunciado en las Escrituras por los profetas antiguos. Este anuncio era seguido por una llamada a la conversión. Un ejemplo de este tipo de predicación lo tenemos en Hch 4 8-12, o Hch 3 12-26 o Hch 2 14-36, o Hch 13 16-41, o en la carta de San Pablo a los Corintios que he citado mas arriba.

Luego, a los que se convertían había que darles una instrucción mas completa sobre las enseñanzas de Jesús, antes de recibir el Bautismo, aunque esto parece ser que comenzó a ser así mas adelante, dentro de la historia de la Iglesia, probablemente a finales del siglo I o durante el siglo II, puesto que la redacción de los primeros evangelios no es inmediata al inicio de la Iglesia, y al principio las enseñanzas acerca de Jesús eran orales, o algunos escritos contados, epístolas, etc. Por ejemplo lo que narra Hch 10 37-43 forma parte aún de la predicación oral. Muy pronto, para ayudar a los predicadores, catequistas cristianos, se reunieron los “principales dichos de Jesús”, divididos en temas comunes, unidos unos con otros por palabras clave para facilitar su memorización. Rastro de ello los encontramos en los evangelios tal como los conocemos hoy. En la Iglesia primitiva había narradores especializados, como los “evangelistas” Hch 21 8; Ef 4 11; 2 Tm 4 5, que estaban encargados de contar los recuerdos evangélicos.

Se sabe por testimonios independientes, que el segundo Evangelio fue predicado por Pedro antes de ponerlo por escrito Marcos. Es decir, Marcos se basa en una tradición oral para recoger lo que se halla en su memoria.

El Apóstol Pablo también enseña a los Corintios a partir de una tradición particular, acerca de la Eucaristía como podemos ver en (1 Co 11 23-26), conocida también por Lc 22 19-20). Sin embargo el mismo relato, se nos ha transmitido con variantes importantes, según una tradición conocida por Mt 26 26-29 y de Mc 14 22-25

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