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18 de abril de 2013

A algunos les molestan mis puntualizaciones y correcciones

He sabido esta mañana que a algunas personas parece que les molestan a veces mis comentarios escritos. Hay quien no soporta que me exprese, y hay quien se siente "mal" cuando yo escribo algunas cosas.

Por otro lado, tengo también muchos comentarios y mensajes personales en los últimos años, de personas que opinan todo lo contrario. Que mis palabras les hacen mucho bien, y me animan a continuar hablando. Curioso contraste.

A los que no soportan mis comentarios a veces, yo les diría que si puntualizo a veces sobre asuntos, es legítimo, y que uno no habla para agradar a las orejas, ni para buscar el aplauso fácil, sino para buscar en todo la verdad y la justicia, que enseña Dios en su Palabra. Es más, el mismo Jesús me enseña y me manda ir y hablar a todos, y corregir aquello que esté desviado. ¿Es que no tengo derecho a corregir lo que a mi me parece que está mal? Yo no dudo, porque el que duda es como las ondas del mar, que suben y bajan, o como las veletas que dan vueltas sin fijarse nunca en un lugar. Yo tengo ideas fijas, pero no fijas de "a mi no me convence nadie de lo contrario", sino fijas en el sentido de que lo que creo lo creo firmemente, porque lo contrario es locura y enfermar las mentes. Y como mis ideas pueden ser cambiadas con argumentos, espero siempre que el opositor me manifieste sus argumentos. Una cosa tengo clara, yo no insultaré al otro nunca, ni buscaré su descrédito usando armas malévolas.

Tengo 42 años, no 22. Se escuchar a los demás, y cuando las personas me plantean las cosas con argumentos sólidos, yo le doy los míos  Lo que me indigna a veces es lo barato que les sale a algunos criticar lo que hago. A veces me han llegado directamente a insultar, sin más. Yo no insulto a nadie jamás en cambio.

Otros en cambio, no me insultan, sino que se han dedicado durante los últimos tiempos a criticarme marchando a quejarse a "otro" que me conozca en vez de ser racionales y darme sus argumentos a mi. ¡Que mezquino es eso! Dios os bendiga, hermanos y hermanas.

Pero a mi me da igual. Duele que haya injustos por el mundo, y que esos injustos estén a lo mejor donde se supone que no tendrían que estar, pero yo seguiré puntualizando y corrigiendo aquello que me parezca, eso si, hasta un límite. Que hasta el evangelio me enseña a sacudirme los pies llenos de vuestro polvo cuando ya vea que no seré escuchado en ese lugar.

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