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13 de enero de 2013

SOLEMNIDAD DEL BAUTISMO DEL SEÑOR y mi Bautismo


Finaliza hoy el ciclo que la liturgia de la Iglesia relativo a la Navidad, y se hace como cada año, con la Solemnidad del Bautismo del Señor. Y hoy nos dirigimos a la Parroquia donde todo empezó para mi. Quiero decir, al lugar donde recibí el agua del bautismo un 13 de Enero, del año 1971. Tal como nos dice hoy la Palabra de Dios, El nos ha salvado por medio del baño del segundo nacimiento y con la renovación por el Espíritu Santo. Ese baño del segundo nacimiento es el mismo que Cristo anunció a Nicodemo y que viene citado en el Evangelio de San Juan, cuando le dice "tienes que nacer de nuevo, del AGUA y del ESPÍRITU" (Cf Juan 3,5). Porque nos dice la Palabra de Dios que en un punto de la historia de la humanidad se manifestó la bondad de Dios, y esta bondad es la oportunidad de salvación para todos los hombres por medio de Jesucristo, el que por tanto es desde entonces NUESTRO SALVADOR.  Y nos dice la misma Palabra de Dios, que esta salvación no nos alcanza a nosotros por que hubiéramos hecho obras para merecerla (Cf. Tt 3,4-5). Si el hombre se pudiera salvar por si mismo, no hubiera tenido que pasar Jesús por el Calvario, ni ser atravesado por los clavos de la cruz, es ahí, donde Dios demuestra al hombre que le ama tanto, hasta el punto de entregar a su Hijo para ser sacrificado en nuestro lugar.

Por eso, el primer paso para salvarse es ahora, el baño de la regeneración, el del segundo nacimiento, por el que hay que pasar para salvarse ordinariamente, tal como lo enseñó el propio Jesucristo. Y ahí volví yo en la mañana de hoy. Al lugar donde ese segundo nacimiento se produjo, el lugar donde por medio del Sacramento (signo sensible que confiere Gracia a quién lo recibe), era el mismo Jesús el que me santificaba con el Espíritu Santo. En esa pila bautismal, fue rota, sin ningún mérito por mi parte, la atadura con el pecado original con el que todo ser humano nace. Sin mérito alguno, porque es una Gracia de Dios. Mis padres dieron el paso de llevarme a Dios a los 12 días de nacer. Doy gracias a Dios por ese don tan grande, que hoy en día se pierden tantos hijos de padres que ya no viven su fe, porque la fe es como una planta que si no riegas se seca y muere.

En este año de la fe, y especialmente en este mes de Enero, en el que hace 42 años que fuí bautizado, estaré hablando de este Sacramento, para dar testimonio público de mi fe en Dios, al cual sea dada toda la gloria y la alabanza por los siglos de los siglos. Amén.

LA SEGUNDA LECTURA DE LA MISA DE HOY
Tt 2,11-14.3,4-7: Nos ha salvado con el baño del segundo nacimiento y con la renovación por el Espíritu Santo.
Ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres, enseñándonos a renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos, y a llevar ya desde ahora una vida sobria, honrada y reli­giosa, aguardando la dicha que esperamos: la aparición gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo.

Él se entregó por nosotros para rescatarnos de toda maldad y para prepararse un pueblo purificado, dedicado a las buenas obras.

Cuando ha aparecido la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor al hombre, no por las obras de justicia que hayamos hecho no­sotros, sino que según su propia misericordia nos ha salvado, con el baño del segundo nacimiento y con la renovación por el Espíritu Santo; Dios lo derramó copiosamente sobre nosotros por medio de Jesucris­to, nuestro Salvador.

Así, justificados por su gracia, somos, en esperanza, herederos de la vida eterna.

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