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5 de febrero de 2013

EL PERIODISTA Y LA ÉTICA EN NUESTROS DÍAS.

El periodista debería tener unas normas éticas, además de unos estudios que le permitan ejercer como tales en un medio de comunicación. Yo empiezo a darme cuenta cada vez con más fuerza, que el periodismo en España, empieza a pecar de falta de ética y moral adecuada para ser un instrumento para el bien, y se convierte a veces en lo contrario: en instrumento para el mal.

Veréis. ¿De que periódico te puedes fiar? Si lees uno, es que eres de izquierdas, si lees otro, eres de derechas, otros ni se sabe, cambian según donde sople. ¿Debe tener un informador, ideología a la hora de informar? Entonces concluyo que no es un informador recto, no es un periodista recto. No sirve, aunque tenga trabajo, sino que no es justo. No pido la perfección, porque yo tampoco la tengo, pero si pido un poco de coherencia.

Pongo ejemplo:

Los programas de tertulias políticas: ¿Para que sirven? Vas a poner una cadena de televisión en función de tu ideología. A mi me interesa la veracidad, no la ideología. Yo quiero ser informado, no manipulado. Vuestros intereses mediáticos y económicos, no me interesan. Pero miles de personas siguen estos programas, en los que varios tertulianos se lían a dar opiniones como si ellos tuvieran las soluciones para arreglar los problemas. Se convierten en jueces de todo, y están convirtiendo la vida de los españoles en una cloaca nauseabunda, porque son muchos los que participan de este tipo de programas.

La última moda es el twitter, y otros siguen usando el SMS. La gente va mandando mensajitos a estos programas, previo pago de su importe (dinero tirado por el sumidero). Todo el mundo se ríe. Parece muy divertido, pero hay que ver la cantidad de burradas que se dicen. Se puede cometer la estupidez de opinar sobre una cosa que ya ha sido desmentida oficialmente, y estar dándole vueltas todo el rato al tema.

¿Quieren que la gente participe o lo que quieren es el dinero que les traen las personas? ¿Al final de que se trata? ¿De ganarte la vida honradamente informando a los demás de lo que ocurre, o convertir las vidas de las personas en un infierno con tanto debate y tanta conversación, haciendo partícipe a la gente de tanto despropósito?

Y ojo, que el tema es complejo, porque estos programas son adictivos. Es una modalidad nueva de los programas del corazón que yo tanto detesto. Es como el que fuma. Aunque quiera, luego le cuesta desengancharse.

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