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19 de octubre de 2013

Dijo Jesús: "Si uno se pone de mi parte..." (Lucas 12, 8-12)

Cuenta S.Lucas en su Evangelio, que Jesús dijo en una ocasión que si una persona se pone de parte de el delante de los demás, también El se pondrá de su parte ante los Ángeles de Dios.

Ponerse de parte de Jesús, para mi, equivale a tomar la decisión de estar con El y seguirle durante tu vida. Seguirle igual que le siguieron aquellos primeros discípulos, que iban detrás de El contentos de estar con Jesús, y deseosos de oirle y de ser enseñados por El.

Ponerme de parte de el, es asumir mi nueva identidad de cristiano que se opone a las doctrinas del mundo que llevan a la perdición.

Ponerme de su parte es aceptar su enseñanza como una exigencia necesaria para mi vida.

Ponerme de parte de el, es no avergonzarme de mencionar su nombre en público, de decir a otro que soy cristiano, o de que un cristiano debe vivir de otra manera, y no según el mundo.

Ponerme de parte de Jesús, es no ocultar el signo de la cruz que a veces me pongo sobre el pecho, por el no vaya a ser que digan de mi...

Ponerme de parte de el, es no aceptar que se me imponga seguir otra doctrina que la de Jesucristo, el no hacerme "el sueco" delante de mis conocidos para parecer que soy un cristiano que vive su fe sólo en privado, "para no molestar".

No se me ocurre ahora más, pero si pensara un rato, seguro que a lo mejor salen otras cosas.

Ponerse de parte de Jesús trae consigo una promesa que El mismo hace, y que tiene que ver con la vida eterna. Habrá un día final en mi vida, y ese día se me examinará. Una de las preguntas del examen será, si me he puesto de parte de Jesús o he renegado de El.

Renegar de Jesús significa para mi, el no aceptar la enseñanza de Cristo, es decir, no querer aplicarla en tu vida.

Renegar de Jesús es decir que esto o aquello no me conviene. Muchas veces disfrazamos eso, acusando a la Iglesia y a los curas de haberse inventado las enseñanzas de Jesús, y es falso.

Renegar de Cristo es grave, y significa que a mi me interesa más seguir mis pasiones, mis deseos mundanos y carnales, seguir la moda, quedar bien y no complicarme la vida, decir que no le conozco o que no soy de esos, si veo que eso me puede crear problemas con los demás.

Renegar de Cristo, puede ser también callar en según que ocasiones, cuando sabes interiormente que aquello no está bien, y que tu lo sabes.

Renegar de Cristo, es no ponerte un crucifijo en el pecho, por vergüenza o que te tilden de católico.

Renegar de Cristo es ocultar a según que personas que eres un católico comprometido y que vas a Misa y confiesas. Te avergüenzas, y decides callarte para aparentar ser lo que no eres.

Y muchas cosas similares a estas.

Jesús les dijo a sus discípulos que los que renieguen de El, también serán renegados delante de los Ángeles de Dios. Tiemblo entonces de pensar que yo pueda renegar de Cristo, porque la promesa es clara. La puerta del cielo se cierra a los renegados, y se abre para los que se ponen de parte de Jesús.

La buena noticia es que si reniego alguna vez por mi debilidad y me arrepiento de ello, seré perdonado. ¡Gracias Señor por tu inmensa misericordia!

Sólo el que se cierra al arrepentimiento no puede ser perdonado. Es la blasfemia contra el Espíritu Santo, que para mi consiste en cerrarte al perdón con jactancia de que estás por encima de eso, pero peor, incluso con insultos a Dios (esa sería para mi, la blasfemia contra el Espíritu Santo). He escuchado a veces de explicar esto de la Blasfemia contra el Espíritu Santo (aún a sacerdotes), y a mi no me han llegado a convencer casi ninguna de las explicaciones que he oído (ellos saben más que yo, ¿o no?). Me parecen demasiado ligeras y como explicaciones para no molestar o no hacer pupa. Pero Jesús habla con contundencia de una tremenda realidad, de una posibiliad REAL de "no perdon".

El que rechaza a Cristo, tiene casi todas las papeletas para condenarse (así lo veo yo).

Hay un elemento más en la porción del Evangelio que se lee hoy en la Iglesia.

Los cristianos tenemos un arma secreta. Un defensor que se encarga de poner en nuestra boca las palabras adecuadas en los momentos adecuados. Este defensor es Dios, en la tercera persona, es decir el ESPÍRITU SANTO.

El Espíritu Santo, a mi me pondrá en la boca las palabras adecuadas en el momento adecuado. Jesús lo promete a sus discípulos, y por tanto, me consuela mucho saber que no necesito ser una lumbrera intelectual, ni poseer grandes titulos ni honores académicos, para ser defendido por Dios.

El Señor está primero con los pobres y humildes, y a esos los defiende, aún si llegara el caso de que los detuvieran por hablar de Cristo, como es el caso que explica San Lucas. Mientras más te expones en la vida cristiana, más cerca estarás de Dios, y a más cerca de Dios, más defensa del Espíritu Santo. Esa es el arma secreta.

Yo creo que el Espíritu Santo, me ha hecho decir estas cosas que explico hoy. Lo creo. Y nadie, ni el más sabio doctor del mundo, me va a convencer de lo contrario. Está escrito. Tengo un pacto con El, y a pesar de mis pecados, se que cuento con su protección y su defensa, porque no busco mis intereses, sino los suyos. Así llevo haciendo desde hace muchos años, y así seguiré hasta que me muera.


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