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20 de octubre de 2011

La misión de la Iglesia no es sólo cosa de Obispos y Sacerdotes

El 23 de Septiembre de 1978, fue la toma posesión del Papa Juan Pablo I en Roma. En su homilía dijo varias cosas, de las que hoy quisiera destacar esto que me ha llamado la atención.

Nota: Las palabras en cursiva son parte del discurso, mientras que el resto es mi COMENTARIO PERSONAL a las palabras de la homilia.
Hace unos minutos, el profesor Argan, alcalde de Roma, me ha dirigido unas corteses palabras de saludo y augurio. Esas palabras me han recordado una de las oraciones que, de niño, rezaba con mi madre. Decía así: «Los pecados que gritan venganza a los ojos de Dios son... oprimir a los pobres, no dar la justa paga a los obreros» Por su parte, el párroco me preguntaba en la clase de catecismo: «Los pecados que gritan venganza a los ojos de Dios ¿por qué son los más graves y funestos?» Y yo respondía según el catecismo de Pío X: «Porque son directamente contrarios al bien de la humanidad y tan odiosos que provocan, más que los otros, el castigo de Dios» (Catecismo de Pío X, núm. 154).

Seguidamente, el Papa Juan Pablo I se refiere a la verdadera religiosidad. Aquella que está dirigida a "Amar a los pobres"
Roma será una auténtica comunidad cristiana si Dios es honrado no sólo con la afluencia de los fieles a las iglesias, no sólo con la vida privada vivida morigeradamente, sino también con el amor a los pobres. Estos —decía el diácono romano Lorenzo— son los verdaderos tesoros de la Iglesia; deben, por tanto, ser ayudados, por quienes pueden, a tener más y a llegar a ser algo más, sin que se los humille y ofenda con ostentaciones de riquezas, con dinero derrochado en cosas superfluas, en lugar de ser empleado, siempre que sea posible, en empresas ventajosas para todos.
Refiriéndose luego a los pastores de la Iglesia menciona que la misión de salvación recibida por la Iglesia, no es sólo cosa de los Obispos, Sacerdotes..., sino de TODOS los bautizados. Claro que los pastores tienen mucha responsabilidad a la hora de apacentar a los seglares y RECONOCER sus servicios y sus carismas.

«Los sacros pastores saben muy bien lo que contribuyen los seglares al bien de toda la Iglesia. Saben que ellos no han sido instituidos por Cristo para asumir por sí solos toda la misión de la salvación que la Iglesia ha recibido en relación con el mundo, sino que su magnífica tarea es la de apacentar a los fieles y reconocer sus servicios y sus carismas, de modo que todos concordemente cooperen cada cual en su medida, a la obra común» (Lumen gentium, 30).
A los seglares les corresponde esta otra RESPONSABILIDAD. ¿Y cuantas veces no somos fieles a esa adhesión con nuestro Obispo, o incluso el Papa?

al obispo «deben adhesión los fieles como la Iglesia a Jesucristo y como Jesucristo al Padre» (ibíd., 27).

Tomando de otra parte de su discurso otras palabras de Juan Pablo I, muchas veces los seglares están esperando sólo una leve señal para intervenir y colaborar. Es decir, que por muy difíciles que sean los tiempos actuales (año 2011), yo creo que estas palabras de 1978 son vigentes para hoy. ¿Porqué muchas veces no colaboran más los seglares? ¿No será que les falta esa señal de parte de sus pastores, que les animen, que les den confianza, que les abran en vez de cerrar?

Bueno, este es un enfoque al que he querido aproximarme hoy. Tenemos tal riqueza los católicos, con más de 2.000 años desde el nacimiento de nuestro Salvador, y muchas veces las desaprovechamos.

Aquí el texto completo de la homilía pronunciada por Albino Luciani en 1978, cuando yo tenía siete años.

Y aquí un video con el día de su elección como Papa y creo que unas palabras que dijo al día siguiente.





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